La ciberterapia se ha desarrollado rápidamente durante los últimos años (Riva et al, 1998; Suler, 2006). Han sido significativos los progresos obtenidos en el tratamiento de trastornos de ansiedad y fobias, particularmente en relación a la fobia social. También es utilizada en desórdenes de la alimentación y en dismorfofobia, ante procedimientos médicos dolorosos o displacenteros, y como apoyo en rehabilitación neuropsicológica. Actualmente se llevan a cabo estudios en relación a adicciones que no se potencian por el uso de internet, a manejo del estrés, a depresión, a déficit atencional y con agresores sexuales.
Las formas de aplicación son la terapia-rehabilitación individual, la terapia de autoayuda individual y la terapia de grupo (Castelnuovo et al, 2002). La variación está en función del rol que el terapeuta cumple en el proceso terapéutico (rol directivo o como guía a distancia), en las herramientas tecnológicas aplicadas y en el espacio en que se lleve a cabo el proceso psicoterapéutico.
En cuanto a la interacción entre paciente y terapeuta, podemos reconocer tres variantes: a) a distancia, desarrollada mediante distintas herramientas tecnológicas, b) terapia tradicional con aplicaciones de realidad virtual en consultorio, c) terapia tradicional con uso de herramientas tecnológicas como complemento entre sesiones.
En el primer caso, el proceso terapéutico se realiza completamente a distancia. El paciente debe contar con todas las herramientas tecnológicas – incluidos los entornos gráficos de 3D si se aplica realidad virtual – necesarias para llevar adelante el proceso terapéutico. Este requerimiento se debe explicitar al paciente al inicio de la terapia y, si fuera preciso, se debe brindar asistencia técnica para la familiarización con las herramientas a utilizar.
En el segundo caso, tal como trabaja el Instituto Auxológico de Italia (Riva et al, 2006), la terapia tradicional efectuada en consultorio se ve complementada y potenciada mediante el uso de
En el tercer caso, se complementa la terapia tradicional con el uso de herramientas tecnológicas entre sesiones o para resolver situaciones de crisis. Se usa, por ejemplo, el correo electrónico para enviar materiales de lectura al paciente, o para que éste envíe sus producciones escritas al terapeuta, o para que resuelva tests informatizados, para conversar en una situación crítica mediante el chat o el teléfono móvil, etc.
En el primer y tercer caso deben utilizarse herramientas de comunicación sincrónicas y asincrónicas, garantizando el adecuado feedback con el paciente.